Colaboradores de Dios en la oración.
Es un privilegio hermoso el
poder colaborar con Dios en sus planes eternos. La oración nos permite hacer
esto. A través de la oración podemos orar como Jesús nos enseñó: "Venga Tu
reino, hágase tu voluntad..."
En su palabra Dios nos manda
enfáticamente a alzar nuestras voces por los que no pueden alzar la suya –los
oprimidos, los que padecen injusticia, los desamparados, y los huérfanos;
inclusive, nos manda a defenderlos, y pelear sus causas. Además nos manda a
orar que Dios envíe obreros a su mies, la cual es mucha. Contrario a los que
muchos piensan, muchos están listos para recibirle, pero hay carencia de obreros
que les digan y les hagan esa invitación que ellos no rechazarán porque están prestos
y listos para responder que “sí” al llamado de Dios. Dios nos manda a orar por
las naciones de la tierra, por sus gobernantes, los enemigos, y la lista continúa.
A parte de nuestras necesidades y anhelos que podamos presentar ante Dios, el
busca colaboradores. De hecho él nos considera a todos sus colaboradores solo
que nosotros no nos vemos como tal y perdemos de vista el llamado. Dios nos ha
entregado el ministerio de la reconciliación a través del cual el mismo está reconciliando
consigo al mundo, o sea haciendo las paces con un mundo que esta de espaldas a
su palabra y principios, pero al cual el ama, y a través de nosotros esparce el
aroma de su conocimiento para que muchos sean alumbrados y lleguen al pleno
conocimiento de Dios.
Queremos ir a las naciones,
orar por enfermos y que sean sanados, afectar nuestras generaciones, etc. Salimos
de congresos y conferencias inspirados por tales desafíos, dispuestos y
deseosos, pero al ‘bajar del monte’ la realidad a la cual volvemos opaca y
apaga la pasión, en muchas ocasiones. Ya reconociendo que esto nos pasa, supongamos
que ¡ahora si lo vamos a hacer! Bueno un buen lugar por el cual empezar es la oración.
No podemos enviarnos a nosotros mismos. Si Dios ya te habló y has estado
ignorado su mandato a hacer algo específico, entonces debes obedecer
prontamente y no tomar ‘la oración’ como excusa o como un lugar para esconderte
y evadir la obediencia. Pero si tu caso es algo como lo siguiente:
“no sé cómo, no sé en
qué, pero Señor aquí estoy yo, quiero vivir cada día que me queda para hacer tu
voluntad en la tierra y no para mis deseos. Úsame como quieras, donde quieres
enviarme...”
Entonces digo, empieza por la oración. Allí Dios te
revelará sus propósitos, planes, te enviará pero antes te capacitará, moldeará,
y aun en medio del proceso te usará de un modo u otro. Pero debemos desarrollar
la disciplina de estar en su presencia en lo secreto antes de desarrollar
ministerios públicos que de hecho no permanecerán si no han iniciado en lo
secreto. Sé diligente en la oración y el estudio de la palabra.
Realmente mi punto es que tal vez para muchos el llamado
principal es el de colaborar con los planes de Dios en la oración. Tal vez el
lugar donde Dios más anhela verte es orando en lo secreto por esas personas, países,
situaciones sociales, etc. que nadie se toma la molestia de venir y
presentarlas ante Dios. Tal vez Dios tiene ideas geniales para resolver
situaciones difíciles, pero ¿habrá alguien que esté dispuesto a escucharle? Después
de ahí, a donde él quiera mandarnos en público es otra historia. Antes de salir
a caminar las calles llenas de enfermos por sanar y endemoniados por liberar, “Jesús
se levantaba muy temprano cuando todavía estaba oscuro e iba a los lugares
desiertos a orar.” Yo no creo estos detalles están incluidos en vano en la
Biblia.
Aquí comparto algunas
sugerencias para la oración.
-Lo primero es que inicies. Separa
un día, una hora, un lugar. La oración no puede surgir solo de la necesidad
repentina: “mi tía está en coma, hay que ayunar y orar mucho…” esto está bien,
pero si éstas son las motivaciones que nos llevan a orar, y nada más, entonces
lo que conocemos de Dios es más parecido a un genio en su lámpara que a una
Persona que desea comunión e intimidad con nosotros. Un Rey en su trono con las
puertas abiertas, y la invitación extendida para que vengamos a su presencia.
-Al pasar tiempo en su
presencia, pregúntale como él quiere que te presentes ante él, que le agrada,
que desea; deja que él te guie. Pregúntale, y él te responderá, ahí mismo o después.
Te dará una ‘idea’, un ‘sentir’ para hacer algo específico como: “arrodíllate,
toca el pandero cuando intercedas, ondea banderas, ora por las naciones, quiero
que guardes silencio ante mí postrado…” Él sabe cómo quiere tratar contigo. Su indicación
será muy personal, entre tú y el, y tal vez a alguien más le parecerá tonto
pero no importa.
-Mientras llegan esas indicaciones, no desistas ni des
lugar a la pereza, al dormir más de la cuenta, y a la dejadez. Igual con la
lectura de la palabra. Escribe lo que él te muestre. Escribe las oraciones
contestadas y las cosas por las que debes seguir orando sin cesar. Dios te dará
pasiones específicas, cargas como: los que padecen cáncer, los que padecen
violencias, los que son víctimas de tráfico humano, la/el vecino/a que veo los
lunes, etc. Cosas así, cosas originales; cosas específicas por las cuales solo
tú puedes orar de la forma que lo haces. Cuando Dios hace esto está revelándose
a nuestras vidas. Al mostrarnos lo que le interesa le conocemos más y nuestra
vida de oración se llena con su gozo.
-Siempre que apunto un nombre o un país o una situación en
mi lista para orar por eso, trato de recordar que no se trata de lo que yo pueda pedir por estas
cosas, no son mis palabras; más bien, yo traigo estas cosas ante Dios para que
mi mente sea transformada por medio de la renovación de mi entendimiento con
respecto a eso por lo que estoy orando. O sea, no me voy a limitar a lo que
entiendo de esto, si no que voy a venir dispuesta a ser enseñada por Dios a
orar por esto. Así entonces orare su voluntad con respecto a esto, y puede que
me halle orando por cosas que nunca se me hubieran ocurrido a mi pedir por esto
por lo cual estoy orando.
-Cuando oras por las cosas que Dios quiere, expandiendo
tu visión fuera de tus propias necesidades, das el primer paso para ser enviado
como obrero asignado por Dios.
Que
puedas vivir la aventura de colaborar con Dios en sus planes eternos, que
puedas expandir tu visión sabiendo que Dios te escucha igual cuando oras por
los niños vendidos en las naciones del Asia o África que cuando oras por un
mejor trabajo, la sanidad de tus hijos, etc. No es que una cosa es más
importante que la otra. Es que hay muchas más cosas que también son importantes
y no muchos están colaborando en oración ante Dios por estas.
-Bienaventurada
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