Josue 7 y 8
Josue 7 y 8
Estos capítulos, en cuentas resumidas, se
tratan de la obediencia a Dios y el seguir sus instrucciones. Después de que
los Israelitas destruyeran Jericó, uno de ellos tomó algo que no debía
ignorando la orden de Dios de eliminarlo todo. Así que cuando fueron a atacar
la próxima ciudad, Hai, no pudieron vencer (capítulo 7) a pesar de que era
mucho más pequeña en comparación a Jericó. Habían pecado, 7:10-11 “Pero
el Señor le dijo a
Josué: —¡Levántate! ¿Por qué
estás ahí con tu rostro en tierra? ¡Israel
ha pecado y ha roto mi pacto! Robaron de lo que les ordené que apartaran para
mí. Y no sólo robaron sino que además mintieron y escondieron los objetos
robados entre sus pertenencias.”
Cuando los que habían delinquido fueron
puestos a muerte entonces Dios le dice: “No temas, ni te desanimes,
Josué”, vuelve a atacar a Hai porque yo te la he dado. Esta vez ellos si podían
quedarse con las riquezas para ellos: (8:2) “Los destruirás tal como
destruiste a Jericó y a su rey. Pero esta vez podrán quedarse con el botín y
los animales. Preparen una emboscada detrás de la ciudad.”
Yo también me he preguntado ¿por qué antes no
y ahora sí pueden tomar lo de la ciudad? Dios había dicho que todo lo primero
estaba consagrado a El: las primeras cosechas, los primeros hijos y las
primeras crias de los animales, etc. Asi Jericó iba a ser la primera ciudad
conquistada y por tanto estaba de antemano y por pacto consagrada a Dios. Todo
lo que pudieran sacar de ella debía ser para Dios y ninguno debía tomarlo.
“Como son más altos los cielos que
la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más
que vuestros pensamientos.”
Dios tiene una instrucción específica
para cada situación y debemos prestar oídos y
obedecerle. Una estrategia para cada
batalla, un diseño para cada cosa, así como un tiempo establecido para cada
cosa. Hay tanto en estos versos, mucho más, pero esto es algo que siempre capta
mi atención. Yo lo llamo la soberanía
de Dios. Como la canción dominical de Niños acerca del amor de Dios: “tan
alto que no puedo ir encima de Él, tan profundo que no puedo ir debajo de Él,
tan ancho que no puedo ir afuera de Él…” Dios es así. Ese es el lugar que
Él ocupa, el TODO.
Muchas veces me ha pasado como a los
Israelitas en esta ocasión. Días de “Jericó,” seguidos por días de “Hai.”
Que el Señor nos ayude a tener oídos
atentos a su voz, a su dirección, a no saltar apresuradamente hacia “Hai” sin
antes consultarle en el secreto, donde él nos revela nuestra rebelión y las
cosas ocultas de nuestro corazón que nos impedirán alcanzar hasta las
resoluciones más pequeñas. Es que separados de Él nada podemos hacer. Y que nos
ayude a permanecer íntegros y apegados a sus directrices hasta el fin en todos
los “Jericó”, para así no acarrear maldición a nuestras vidas y a las de
aquellos a nuestro alrededor.
-Bienaventurada
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