Romanos 3:21-31
Romanos 3:21-31
Somos justificados ante Dios a través
de poner nuestra fe en Cristo.
v.23 pues todos han pecado y están privados (destituidos) de la gloria de Dios. Y la NTV: Pues
todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
Pero en Cristo el nos ha librado del
castigo de nuestros pecados.
v. 31 "Entonces, si hacemos énfasis en la fe, ¿eso
significa que podemos olvidarnos de la ley? ¡Por supuesto que no! De hecho,
sólo cuando tenemos fe cumplimos verdaderamente la ley.”
Así lo dice la versión NTV y lo diré
otra vez: sólo cuando tenemos fe cumplimos verdaderamente la ley.
En síntesis, somos salvos por fe, pero
esto no anula la ordenanza de obedecer la ley, al contrario, Cristo nos ha
puesto ante Dios como si hubiésemos cumplido la ley porque Él la cumplió. Tal como
lo demandaba la ley, el pecado fue pagado con muerte, la muerte de Jesús. Así
que ya no queda castigo para nosotros si es que ponemos nuestra fe en Cristo.
Rom. 4:16 Así que la promesa se recibe por medio de la fe. Es un regalo
inmerecido. Una promesa de Dios es un
regalo gratuito. Solo hay que recibirla con fe. Cuando creo, estoy aceptando el
regalo.
Y hablando un poco mas acerca de la fe, me impresiona el verso 18 “Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham
siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de
muchas naciones. Pues Dios le había dicho…”.
Es impactante! Aun cuando no había motivos para seguir creyendo, Abraham siguió
creyendo, sin que se debilitara su fe, ni dejar de creer en la promesa de Dios;
su fe se fortaleció y en esto le trajo gloria a Dios. La fe agrada a Dios.
Volviendo
a nuestro punto de inicio, somos justificados por medio de la fe en Cristo. ¿Qué puede ser más desesperanzador que el no haber alcanzado la meta de Dios (o sea haber
sido destituido de su Gloria)? Así éramos antes de conocerle, así nos sentimos aún
muchas veces en nuestro caminar con El. Pero Él es nuestra esperanza, y Él nos
llevará hasta el fin de la carrera. No quitemos nuestros ojos de Él.
-Bienaventurada
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